Por: Isabel Jiménez
Hace algunos años vivíamos una época en la que más era más y todo lo que brillaba sí era oro. Aún recuerdo acompañar a mi mamá al mercado de Juchitán y admirar a las marchantas que cargaban sus ahorros de toda la vida en anillos, pulseras, aretes, collares e inclusive en los dientes. Se adornaban con los frutos de su trabajo: joyería de oro amarilla creada por orfebres de la región con tecnologías que habían heredado de generación en generación.
El oro ha sido desde hace siglos un metal de valor universal que ha motivado a naciones a cruzar continentes y buscar nuevos destinos en dónde obtenerlo.
(Foto 1, Pie de foto: Torzal de oro con pendiente de moneda y enjardinado.)
En mi caso, el mérito de mi nacimiento en una familia juchiteca fue premiado por mi bisabuela materna al entregarle a mi mamá la primera alhaja que usaría con el traje regional.
Recibí como obsequio un par de aretes de moneda de dos pesos de oro ó 1/5 Hidalgo, como la identifica el Banco de México. No se sabe a ciencia cierta por qué las monedas de oro son parte de la tradición de la indumentaria en la región. A reserva de lo que muchos puedan pensar, este es un elemento que se encuentra lejos de ser una costumbre prehispánica, ya que esta pieza fue introducida en 1919 y si pensamos en la velocidad con la que se movía la vida en las primeras décadas del siglo XX, llegaremos a la conclusión de que alguna paisana tuvo la idea de incorporar esta pieza a su ajuar apenas hace algunas décadas.
Mis aretes nacieron siendo una moneda que lucía el águila real, escudo de la bandera mexicana diseñada por el artista Jorge Narciso en la transición al siglo XX. Las monedas fueron decoradas con un “enjardinado” en la parte superior, término común en la región para describir un ramito de flores y hojas que elevan la pieza. Diez años después, mi mamá decidió “crecer” mis aretes, otra técnica común que consiste en adaptar y rehacer piezas cuando hay un recurso que se puede agregar. Mis aretes pasaron a ser dos monedas, con ayuda de un mini engranaje se le añadieron a cada uno de los aretes una moneda de ¼ Hidalgo o 2.5 pesos.
(Foto 2, ilustración @isaa_jimenez_tex. Aretes de dos monedas sobre papel china)
Un diseño como el anteriormente descrito es ahora, en el 2023, un lujo. Ya que debido a que el precio del oro ha ido a la alza en las últimas décadas, cada vez es más difícil encontrar monedas y poder costearlas.
Por otro lado, antes de que las olas de violencia fueran el tema principal en los periódicos locales, las fiestas eran un pretexto para que al estilo de una pasarela de moda, las mujeres de distintos grupos sociales, presumieran las piezas que se compraban o que habían heredado. Esta es una costumbre que ha terminado, los robos a casa habitación, las extorsiones, secuestros y otros actos delictivos han logrado que orfebres cierren sus talleres, comerciantes cambien de productos y que las familias que contaban con estos bienes, poco a poco vayan distribuyéndolos o deshaciéndose de ellos.
Y es así como la joyería elaborada con monedas de oro se ha ido transformando en joyería de fantasía o joyería de imitación. En el mercado central se exhibe joyería de imitación en la misma forma en la que 20 años atrás se mostraba las mismas piezas pero realizadas en oro: insertadas en papel de china color rosa mexicano. De estas vitrinas seguirán saliendo miles de regalos de quinceañeras, medallitas de primera comunión y otras piezas que continuarán adaptándose para cumplir los gustos y necesidades de las personas en el Istmo de Tehuantepec.