¿Innovamos sobre los desafíos realmente importantes o continuamos construyendo sobre los mismos pilares desde hace décadas? 

Entonces, ¿es esta palabra bien utilizada o solo algo más para crear marketing? 

 

La industria de la moda tiene suficientes ejes por solucionar en este momento, desde pagas injustas, sobreconsumismo, sobreproducción, materiales contaminantes, manufactura de baja calidad hasta el greenwashing.   

Escuchamos muy seguido la palabra innovación a través de marcas, pero normalmente esto termina siendo una solución en tendencia lo cual nos sigue repitiendo el ciclo de esconder bajo la alfombra lo que realmente necesitamos resolver.  

 

Atribuimos a la moda rápida esta solución por democratizar la moda, creando piezas con mejores precios permitiendo un mayor consumo, sin embargo, al crear piezas accesibles a ciertos bolsillos siempre hay alguien más pagando eso que otros se ahorraron…la democratización entonces no es tan real.  

 

Se habla mucho de materiales libres de químicos, de cadenas de producción justas y transparentes, pero todo esto tiene un precio oculto. 

El costo de materiales naturales con certificaciones y libres de procesos contaminantes para crear prendas con menor impacto ambiental tiene un costo más alto que algún sintético. Las pagas justas, horarios justos y condiciones dignas en fábricas requieren también de un costo más alto, y buscando esto para mejorar el impacto social se eleva el costo en producciones y por ende el incremento de los precios por parte de las marcas. 

Pagas de impuestos, nacionalización de prendas al exportar, envíos, entregas y salarios, todo esto se cubre en el precio de una prenda.  

¿Pero, pensamos como consumidores que lo barato realmente está siendo pagado por alguien más? 

Son varias las investigaciones que demuestran que ante los precios bajos de la competencia, muchas veces los dueños de talleres y maquilas deciden hacer recortes a los salarios de los trabajadores para poder entrar a competir por contratos con marcas de renombre.  

 Son muy pocas las empresas en la industria que tienen planes y modelos de negocios con fines destinados a mejorar su impacto ambiental y social, desde energías renovables hasta mayor transparencia en sus cadenas de distribución y creación.  

En una industria multimillonaria, solo un porcentaje muy bajo de companias crea soluciones a estas problemáticas, algunas alegan incluso necesidades de presupuestos externos para poder implementar modelos de reciclaje, reutilización o menor huella ambiental.  

Como consumidores, la problemática también nos afecta; la camisa más barata puede estar hecha con textiles que afectan nuestra piel, y que pueden, por ejemplo, provocarnos malos ratos en condiciones climatológicas tropicales como las de nuestra región; abrazamos muchas veces la incomodidad como si fuera nuestra única opción, además de no considerar que la baja calidad de un textil provocará que después de cierta cantidad de lavadas esta llegue a romperse. 

El cambio empieza por una sola persona y avanza a ser colectivo, como consumidores debemos informarnos lo que hay detrás de las marcas que estamos vistiendo. La transparencia sólo surgirá cuando sea el cliente el que le pide a las marcas ser más coherente con sus mensajes y demostrar asi que la palabra sostenible y moda lenta están realmente respaldadas por las prácticas empleadas y sus resultados positivos y tangibles.