Por Karla Ron.
Escribiendo la semana pasada sobre el cómo mejorar tu estilo con el Upcycling (puedes ver el artículo aquí), me encontré con la creatividad de la diseñadora Paola Morantes para hacer una bolsa reutilizable a partir de una camiseta. Entonces, recordé la vez que fui testigo, del daño que las bolsas plásticas causaron a uno de los espacios más frágiles y hermosos que he visitado.
A la década del 2000, viví algunos años en la hermosa Isla de Margarita, en el Caribe venezolano. En aquella época, yo era bastante neófita sobre los peligros que corremos si no cuidamos nuestro planeta, y de los daños que esta falta de conciencia puede causar. Al mismo tiempo, se estaba comenzando una campaña en la Isla para prohibir las bolsas plásticas en los supermercados. Aquella medida le pareció irracional a mi yo egoísta del momento, con el argumento de que: ¿cómo pretendían que yo iba a abandonar la comodidad, de que el supermercado me proporcionara las bolsas que necesitaba?, sobre todo porque yo las utilizaba para desechar la basura. Poco tiempo después, la experiencia de ser testigo del daño que son capaces de crear estos, en apariencia inofensivos, pedazos de plástico, fue lo que me hizo cambiar mi percepción, y entender su peligro.
Una experiencia que cambio mi percepción
Un día visité con mi familia la punta oeste de la Perla del Caribe, mientras admirábamos el maravilloso paisaje natural que me regalaba la isla, a lo lejos, nos llamó la atención una imagen multicolor impropia de la zona. Nos acercamos curiosos y descubrimos que allí era el punto donde, tanto el viento como la marea, hacen retorno, haciendo que todo lo que vuele o flote en la isla, termine en ese lugar, sobre todo los desechos. Cuando comprendimos qué era aquello, fue un momento desolador. En un paraje que debió de ser uno de los más hermosos del mundo, anidaban millares de bolsas plásticas de todos los colores y tamaños, allí jugueteaban con el intenso viento como si se mofaran de los cientos de cadáveres de peces, cangrejos y gaviotas. Animales que murieron por confundir una bolsa con una aguamala, o porque habían quedado enredados, o se asfixiaron, a causa de lo que para mí, no era más que algo que utilizaba para llevar algunos víveres del súper a mi casa y luego desechaba. Aquel paraíso estaba invadido por mi egoísmo y el de millones de personas, que no nos deteníamos a pensar en las consecuencias de nuestras acciones. Un espectáculo calamitoso que cambio para siempre mi punto de vista.
Ese día comprendí lo importante de evitar el uso de bolsas plásticas, ya que son altamente contaminantes. Pero al detenerme pude apreciar que aquel paraje estaba también cubierto por una capa de objetos, similares a los que llevaba para hacer mi pícnic en la playa.
Qué son plásticos de un solo uso
Los plásticos de un solo uso son todos aquellos productos que están diseñados para usarse una sola vez antes de desecharlos. Piensa en los miles de botellas de agua, pajillas, cubiertos, platos desechables, envases de comida para llevar, entre muchos otros, que utilizas al día, ahora multiplícalos por la cantidad de personas que habitamos el planeta. ¡Son demasiados! ¿Verdad?, pero además, estos productos son terriblemente perjudiciales para el medio ambiente, pues su producción y eliminación contaminan el aire, el agua y el suelo.
Estos plásticos, a pesar de solo haber llegado a nuestras vidas hace algunas décadas, tardarán cientos de años en ser descompuestos por una exhausta naturaleza, por lo cual continuaran causando daño a generaciones de animales y plantas, pues pueden persistir en el medio ambiente durante siglos.
La producción de bolsas plásticas requiere grandes cantidades de energía y recursos, lo que contribuye al cambio climático y a la contaminación del aire. Además, durante su uso, las bolsas pueden desprender microplásticos, que son partículas microscópicas que se depositan en el aire, el agua, los suelos, y que terminan en el organismo de los todos los seres vivos, incluidos nosotros.
Tenemos que reemplazar estos plásticos por alternativas más sostenibles, como botellas de agua reutilizables, recipientes de comida de vidrio o pajillas de bambú o acero inoxidable.
Crimen por comodidad
Desde entonces trato de llevar mis propias bolsas reutilizables, ya sean de tela, papel, malla u otros materiales biodegradables, así vaya al supermercado o a cualquier otra tienda, para evitar a las temidas bolsas de plástico, pero si es necesario utilizar alguna, como para la basura, busco que sea compostable, o biodegradable, sé que son un poco más costosas, pero nada es peor que la imagen de aquella playa destruida por la desidia.
Es importante reducir nuestra utilización de plásticos de un solo uso y optar por alternativas más sostenibles y amigables con el medio ambiente, olvidarnos de la comodidad egoísta y esforzarnos un poco en escoger productos menos contaminantes.
Cada pequeño cambio que hagamos en nuestra vida diaria, puede marcar la diferencia para preservar esos espacios mágicos que nos regala el planeta, así reducimos el impacto negativo que tienen los plásticos de un solo, para ello debemos optar por alternativas más sostenibles y amigables con el medio ambiente.