Escrito por: Noticias de Universo MOLA

Por Eloisa Ponce de León – Voz del #UniversoMOLA Uruguay

La OIT (Organización Internacional del Trabajo) plantea que “el sector de los textiles, el vestido, el cuero y el calzado se caracterizan por una producción geográficamente dispersa y por cambios rápidos impulsados por el mercado, y proporciona oportunidades de empleo a millones de trabajadores en todo el mundo, en particular las mujeres jóvenes” 

Esta organización considera que, actualmente, la industria textil “se caracteriza por su gran volatilidad, su baja predictibilidad y, en general, sus bajos márgenes de beneficios (…) Además, el sector sigue siendo uno de los que tienen mayor densidad de mano de obra, a pesar de los avances tecnológicos y de los progresos realizados en las prácticas laborales”

La tendencia ha sido, en los últimos tiempos, ir hacia una producción más rápida y precios más bajos (lo que hoy conocemos como Fast Fashion). Las consecuencias son conocidas y el tema está más que hablado, pero no siempre se conoce el origen o el momento de inflexión. 

Una de las razones más importantes, que ha llevado a este cambio en la industria de la moda, fue la supresión en forma progresiva del Acuerdo Multifibras en 2005; este rigió el comercio de textiles desde 1974 hasta la Ronda Uruguay (“octava reunión entre países con el fin de negociar la política de aranceles y la liberalización de mercados a nivel mundial, que se abrió en Punta del Este (Uruguay) en 1986 y concluyó en Marruecos el 15 de diciembre de 1993”)

Este acuerdo, según la Organización Internacional de Comercio, “preveía la aplicación selectiva de restricciones cuantitativas cuando un brusco aumento de las importaciones de un determinado producto causara, o amenazara causar, un perjuicio grave a la rama de producción del país importador”. En otras palabras, se buscaba limitar la cantidad de artículos de indumentaria y textiles importados, para proteger la industria nacional del país importador. 

Según explica la Red Solidaria de la Maquila (organización de derechos laborales y de las mujeres que apoya los esfuerzos de las trabajadoras en las cadenas globales de suministros para lograr mejores salarios y condiciones de trabajo y un mayor respeto por sus derechos) “bajo el AMF, Canadá, EE UU y la Unión Europea podían establecer límites, llamados cuotas, sobre la cantidad de artículos de indumentaria y textiles hechos en el extranjero que podía entrar en sus países de cualquier otro país productor específico. Desde 1974, se aplicaron cuotas a 73 países en el Sur global, mayoritariamente en Asia. En 1995 entró en vigencia el Acuerdo Sobre los Textiles y el Vestido de la OMC, bajo el cual las cuotas fueron eliminadas en cuatro etapas durante un período de diez años y eliminadas el 31 de diciembre de 2004”

Puede decirse que el 1 de Enero de 2005, comenzó una etapa completamente nueva para la industria textil. Los importadores ya no podían discriminar entre los exportadores.

Con estos cambios, en los mercados mundiales, pasarían a imponerse aquellos países que pudieran ofrecer mejores productos, pero sobre todo, a mejores precios. En épocas donde el Acuerdo Multifibras estaba próximo a culminar, se estipulaba que China e India captarían más del 50% del mercado mundial del vestido.

Las presiones comerciales, el desarrollo económico de los países y otros factores, marcan el ritmo de los acuerdos que se realizan entre diversos países alrededor del mundo; pero no siempre se contemplan todas las consecuencias. 

Una de las mayores contiendas de la era moderna, tiene que ver con el desarrollo de los países y sus economías versus el desarrollo social. Los países subdesarrollados o en vías de desarrollo necesitan inversiones (las cuales no siempre son bien recibidas por activistas ambientales o de derechos humanos) el precio de los productos realizados en otros países suele ser imposible de enfrentar para las empresas locales y así muchos otros conflictos. 

El mundo es dinámico y en tiempos de globalización, cada vez se hace más difícil equilibrar el desarrollo económico y el social. En medio de una crisis económica que afecta a gran parte de los países, poner requisitos demasiado exigentes para inversiones extranjeras se convierte en un lujo que nadie puede darse. En épocas de migración por exilio político, económico y/o ambiental, luchar contra la esclavitud moderna se vuelve una quimera.