Por: Ileana Gonzalez
¿Por qué la creación de diseños basados en el patrimonio, la artesanía y la identidad de cada país no se considera moda, mientras que si son utilizados por el norte global sí puede considerarse? Me preguntaba.
Latinoamérica, así como África, Asia y Oceanía, han sufrido apropiaciones culturales por parte de grandes marcas de ropa que se han apropiado de técnicas, conocimientos, indumentaria tradicional, entre otros. Uno de estos casos fue el de Isabel Marant, quien utilizó para su colección primavera-verano 2015 una blusa muy parecida a un Huipil perteneciente al pueblo Mixe de Santa María de Tlahuitoltepec en México. Posteriormente, en 2020 volvería a ser acusada por lo mismo.
Apropiación cultural por parte de Isabel Marant. Fuente: Organización radiofónica de Oaxaca.
Según Jennifer Craik “las culturas occidentales se basan en el exotismo de las culturas no occidentales y las culturas pasadas para agregar un elemento de emoción a la cultura cotidiana e impregnar lo cotidiano con una calidad especial, casi mágica.” En otras palabras, el norte global se apropia de elementos de otras culturas consideradas “inferiores”, utilizadas para “estimular” y “romper el aburrimiento” de los consumidores hambrientos de novedad. Así, estas prendas y modas se venden bajo el término “Ethnic Chic”.
Contradictoriamente, estas prendas, motivos, técnicas y conocimientos son consideradas como tradicionales y no como moda. Se les califica con adjetivos como «retraso», «exótico», «ridículo» y muchos otros que minimizan las culturas fuera del norte global. Así, nos utilizan como novedad, pero si somos nosotros quienes las realizamos, quedamos relegados a lo “tradicional”.
Entonces, ¿Podemos considerarlos como moda?
Para poder entender esto, es necesario definir qué es la moda. Esta palabra tiene múltiples significados que han abierto debates sobre qué es y qué no es moda. Un primer significado, se asocia, como expresa Laura Beltran-Rubio, “a la mode («moda» en francés) y la modernité, que significa modernidad y denota las calidades estilísticas de lo que se considera moderno”. Agrega que, bajo esta perspectiva, “la moda niega todo lo que existía justo antes de continuar con su búsqueda incesante por lo nuevo, demostrando así la búsqueda por el «presente eterno» en la sociedad contemporánea.”
Un segundo significado que está estrechamente relacionado con el primero es entendido como el sistema de la moda, es decir, todas las partes que lo conforman y está ligado al auge de la modernidad en Occidente. Finalmente, la moda como una construcción cultural de la identidad encarnada.
Para Jose Teunissen la aparición de marcas y diseñadores no occidentales que ingresan al mercado, provenientes de diferentes tradiciones y orígenes culturales supuso un replanteamiento de la moda moderna. El enfoque en lo nuevo (tiempo) en lugar de la herencia y la tradición (lugar), no se aplicaban a esta nueva generación de diseñadores quienes tenían nuevos valores, narrativas y estéticas alejadas de las nociones convencionales del sistema de moda occidental dominante.
Àcheval, marca de la Pampa Argentina que se inspira en los gauchos argentinos. Fuente: Àcheval.
Teunissen trae de ejemplo la exposición “Global Fashion, Local Tradition” de 2005, donde se destacó la exposición del colectivo Coopa Rooca, que comenzó en 1981 con mujeres de las Nordestinas utilizando sus habilidades únicas en acolchado, aplicación de cordón, macramé y ganchillo, proporcionando estas técnicas de artesanía a diseñadores brasileños reconocidos como Carlos Miele y Alexander Herchovitch, quienes utilizaron estas artesanías como signos de su identidad brasileña. Como explica la autora, esta acción no podía enmarcarse ni percibirse como exotismo o apropiación cultural en el dominio de la moda, que solo se ocupa de la temporalidad, sino que era un intento serio de diseñadores de origen no occidental de traer las culturas no occidentales al ámbito del sistema de moda global, utilizando su patrimonio cultural y su sentido de pertenencia como una característica distintiva.
Por otra parte, esta nueva perspectiva toma relevancia a partir del surgimiento de las Semanas de la Moda en todo el mundo, promoviendo su nuevo talento local con el propósito de poner a su propio país en el mapa cultural, valorando, en cierta medida, su patrimonio local. Un ejemplo de esto, lo ofrece Craik a través de la Australian indigenous Fashion Week realizada en 2014, el cual, como explica, fue el primer evento de moda dedicado específicamente a mostrar una generación emergente de diseñadores de textiles y moda aborígenes indígenas, así como modelos.
Australian indigenous Fashion Week, 2014. Fuente: Yaja Hadrys
En conclusión, es interesante que desde los márgenes repensemos la moda y el sistema que la conforma. Es importante que escuchemos estas voces y a quienes no tienen lugar para hablar, pero que tienen algo que decir. Esto permitirá introducir nuevos valores y nuevas imaginaciones que podrían transformar el sistema en una disciplina más inclusiva, más informada y más descentrada, como dice Teunissen.
Revaloremos nuestra cultura y patrimonio, que son parte de nuestra identidad. En el sur global también podemos hacer moda, porque la moda también puede ser nuestro vehículo para decir quiénes somos y de dónde venimos.
Referencias
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Beltran-Rubio, L. (2018). Moda. Recuperado de : https://culturasdemoda.com/glossary/moda/
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Craik, J. (2016). Exotic narratives in fashion: The impact of motifs of exotica on fashion design and fashionable identities. En Modern fashion traditions. Negotiating Tradition and Modernity through Fashion.
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Teunissen, J (2023). Towards an Inclusive Fashion System. En Sustainable Textiles: Production, Processing, Manufacturing & Chemistry.