Por Sheyla Madera Comunicadora
Cuando pensamos en comunicación probablemente la palabra moda no sea lo primero que nos llega a la cabeza, pero algo que aprendí hace mucho y se ha quedado conmigo es que “todo habla” y la moda en sí misma puede generar una declaración tan certera y poderosa como cualquier eslogan.
La elección de una prenda de vestir, de forma histórica, nos puede comunicar tanto sobre la persona que tenemos en frente: desde una posición política radical (las votantes y sus “colores oficiales”, las modas y colores contrastantes entre las clases en la Revolución Francesa) hasta simplemente un comentario silente sobre nuestra personalidad.
En nuestro mundo actual que va tan rápido, en el cual no tenemos tiempo para hablar o realmente detenernos y profundizar más que nunca la moda cumple una función de comunicación. Nos acerca y nos hace sentir afinidad o rechazo hacia una persona muchas veces sin mediar palabra o a través de una foto o video en redes sociales.
¿Una idea interesante es la planteada por Manou Messmann en su TED Talk “Are you wearing your future?”, ella nos comenta que mientras pensamos que las personas son cada vez más superficiales y propensas a juzgarnos lo que realmente sucede es que las personas quieren conocernos y para ello se valen de nuestra información visual.
Creo que, así como la moda comunica hacia lo externo nos envía un mensaje cada vez que nos vemos en el espejo, con nuestras elecciones nos hablamos a nosotros mismos de nuestro estado de ánimo, de nuestros valores y tantas cosas más. La moda puede ser una fuente de autoconfianza y una reafirmación de nuestros valores personales. Estoy segura que esos días en que andas con una pieza de segunda mano que amas o con esa prenda de diseñador local que te hace sentir como un millón de dólares le cuentas a todo el mundo que estás usando y porque es importante para ti.
La moda habla, habla sobre el momento en que vivimos, impulsa cambios sociales (solo hay que ver un cronograma del largo de las faldas a través del tiempo), nos muestra las ideas y musas de los diseñadores y sobre todo cuenta nuestra esencia. Aún para los que dicen que no les gusta la moda o no la siguen o me pongo lo primero que encuentro, eso también es una declaración que podemos ver a través de lo que usas.
Todos y todas, conscientemente o no formamos parte de la industria de la moda. Este dialogo de “El diablo viste de Prada” lo cuenta mejor que yo:
Miranda: ¿Qué es tan gracioso?
Andy: No, no, nada, solo que los cinturones son exactamente iguales para mí. Todavía estoy aprendiendo sobre esta cosa y…
Miranda: ¿Esta “cosa”? Ahhh, bien. Entiendo. Tú crees que esto no tiene nada que ver contigo.
Vas a tu clóset y escoges, no sé, ese viejo suéter de color azul, por ejemplo, porque quieres decirle al mundo que te tomas muy en serio como para interesarte por lo que te pones. Pero lo que no sabes es que el suéter no es solo azul, no es turquesa, no es azul ultramar, es, en realidad cerúleo. Y no te interesa el hecho de que en el 2002 Oscar de la Renta hizo una colección de vestidos cerúleos.
Y luego creo que fue Yves Saint Laurent si no me equivoco el que hizo chaquetas militares cerúleas… Luego, el cerúleo apareció rápidamente en las colecciones de ocho diseñadores.
Y después se fue filtrando en las tiendas de departamentos para ir luego a parar a un trágico “Casual Corner” donde tú, sin duda lo sacaste del canasto de liquidación. No obstante, ese azul representa millones de dólares e incontables empleos… Y es como cómico que pienses que tomaste una decisión que te exime de la industria de la moda cuando, de hecho, estás usando un suéter seleccionado para ti por la gente de esta sala entre un montón de “cosas”.
No dejemos que las personas en “esa sala” hablen por nosotros, que seamos conscientes al elegir que prendas vestimos para que lo que comuniquemos esté transmitiendo lo que realmente somos y eso que valoramos y en lo que creemos.