Por Victoria Guevara
@victoriaraveug

 

La temporada pasada vestí durante todo el otoño con 40 piezas, incluido abrigo, accesorios y calzado. Una cápsula que incluye ropa de segunda mano y vintage de familiares, prendas nuevas y de hace más de 20 años, prendas que emigraron y otras que han cruzado océanos hasta llegar a mí, piezas de diseño de autor, industria local y
por supuesto, fast fashion; porque no siempre fui la que soy hoy. Y aunque en principio quise contarte las revelaciones prácticas que descubrí en el diseño de lo que hoy llamo mi #armarioconimpronta, lo primero que hice fue preguntarme de dónde surgió esta idea — casi necesidad— de repensar mi closet. Terminé emprendiendo un viaje en el tiempo que le dio sentido a este proyecto.

Mi primera cápsula: la de 23 kg

Emigré hace casi cinco años y fue hace poco que reparé en que mi primer armario cápsula fue pasar de tener un ropero de 3 metros a elegir las prendas que me acompañarían en este viaje. Si bien no traje únicamente una pieza de equipaje, 23 kg definen bastante bien lo que empaqué de ropa. Porque sí, cuando emigras llevas
mucho más que ropa, zapatos y accesorios.

Empacas alguna cosa para tu nuevo hogar, tu amuleto favorito, y tus herramientas para hacer la magia que conoces; para algunos, unos pinceles y acuarelas; para otras, un set de brochas y sombras, para mí; un par de libros de francés y lápices.

El desafío de esta primera cápsula es más que evidente, no sabes qué trabajo vas a conseguir, no conoces cómo será tu dinámica en la rutina y, pese a tus mejores intenciones y talentos, tu vida y tu estilo como los conoces pueden estar a punto de dar un giro de 180 grados.

El día que me sentí hormiga

Para el momento que emigré, mi guardarropas había empezado a tomar un rumbo en cuanto a estilo que disfrutaba mucho. Coqueteaba con lo clásico; pantalones de vestir, camisas, y blusas en telas delicadas con apliques. Pero, desde el instante que armé la valija ese estilo se empezó a deconstruir, no podía limitar mis prendas a mi rutina de
profe de francés y eventos culturales…Y así empecé a doblar más jeans y camisetas de algodón, menos apliques y más ropa que funcionara en capas para usar en el invierno, que aún no conocía. En esa situación no piensas demasiado en tu estilo, hay que ser pragmáticos y tratar de no ponerse sentimental en cada pliegue.

Así llegué a Uruguay y para mi fortuna encontré trabajo en un mes y un par de días. No tardé mucho en darme cuenta de que sólo los jeans y las camisetas de algodón irían a parar al mostrador, porque cada tanto tocaba ir al depósito, mover alguna lata de pintura o recibir un disco lleno de aserrín. Preferí no sacar mis pantalones de vestir, y
después de todo, mis tacos tampoco eran los más cómodos para caminar 30 minutos cada día de vuelta a casa.

Recopilación de fotos del evento tipo pop-up The Meeting. Fuente: archivo personal.

Un día, interesada en conocer un poco el universo de la moda local, decidí ir a un evento tipo pop-up a la salida del trabajo. Ese día estuve atenta a no llevar mi mochila gigante, y la cambié por una bandolera roja, usé mi jean favorito —para entonces — y un sweater lindo a rayas, rojas también.

Cuando llegué y vi todo lo que había exhibido alrededor; prendas hermosas de diseño de autor, telas nobles, los blazers y los apliques que había dejado de usar, y ¡para qué mentirles! cuando vi también cómo iban vestidas el resto de las personas que allí estaban, me sentí como una hormiga… en una fiesta de elefantes.

Nadie había hecho nada para que yo me sintiera mal, por el contrario, el ambiente era muy cálido. Pero, como yo me sentí acerca de mí misma en ese lugar, fue el detonante para revisar cómo me estaba relacionando en ese etapa de mi vida con la ropa, con lo que proyectaba mi estilo y con lo que quería manifestar en adelante.

Un #armarioconimpronta

Un año más tarde de aquel día en que me sentí «hormiga» decidí explorar la idea de un armario cápsula. Inspirada  por un par de documentales acerca del impacto de la moda en problemas medioambientales y sociales, y algunos otros acerca del minimalismo, sentí que no sólo era posible sino también necesario. Para entonces, intenté volver por ese par de pantalones hermosos a la cintura y con valenciana que sí habían logrado su camino a mi maleta de 23 kg. Era tarde, mi talle había cambiado. Había que empezar de cero…

Así a principios de 2021 decidí diseñar mi primer armario cápsula priorizando la ropa que tenía y alguna compra menor que había hecho en esos meses, abrigo principalmente. Me documenté, leí mil blogs antes y puse todas las piezas sobre la cama, empecé a probar looks y en el proceso decidí registrar y compartir todo aquello en el Instagram de mi blog @vivaimpronta. Intercambié con mis seguidores desde la semanas previas, el inventario de prendas, lo que decidí donar, lo que vendería en algunas tiendas de segunda mano, los zapatos que fueron al zapatero y los que habían cumplido su ciclo.

Fotos, hubo muchas fotos. De cada pieza, en principio, y luego que empezó el otoño, todos los días de mis looks con las que finalmente había seleccionado. Sin pretensiones, la intención fue probarme a mí misma y a quienes seguían mi proyecto que era posible vestir por temporadas con una cantidad acotada de piezas, que no
necesitábamos tanto. Sin embargo, en el camino pasó algo mucho más relevante, al menos para mí.

Recopilación de fotos del inventario de prendas del #armarioconimpronta otoño 2021. Fuente: Instagram @vivaimpronta

Estaba muy atenta a cómo lucía en aquellos días. El tiempo extra frente al espejo eventualmente me ayudó a reconocer que muchas prendas si bien me gustaban por separado no lograba combinarlas acertadamente; y otras, aunque me gustaban, no sentía que me representaban. Sin dudas la revelación más importante de aquella
primera cápsula había resultado en un reencuentro con lo que sería mi estilo.

Dos años más tarde, en el otoño 2023 repetí la hazaña, registré por toda la temporada los looks que logré con mis 40 piezas seleccionadas; con más herramientas y mucha más claridad acerca de lo que quiero proyectar con lo que llevo puesto, y ahora puedo decir que quedé mucho más contenta al recapitular un armario que hoy siento que sí
tiene mi impronta.

 

Recopilación de historias presentando resumen del #armarioconimpronta otoño 2023. Fuente: Instagram @victoriaraveug

Mi armario sigue en construcción permanente… porque como en la vida nuestros intereses, gustos, y —¿por qué no? — talles, también cambian. No vivo contando piezas, lo he hecho en un par de ocasiones para probar un punto, pero el rigor por el número me aleja de lo importante… 33, 40 o 100 prendas, ¡da lo mismo! Lo que hace la diferencia es cómo te relacionas con ellas, el cuidado que les brindas y lo que te permites expresar y sentir cuando las llevas.

Hay un sin fin de razones para procurarse un armario cápsula; para sacar el mejor provecho de todo lo que tenemos en nuestro ropero, para tomar consciencia de lo que llegamos a acumular y minimizar el consumo, para generar un vínculo con las piezas que nos inspire a cuidarlas más, y pare usted de contar; pero, emprender el viaje de reencontrarte con tu estilo es una razón tan válida como cualquier otra.

Hoy no creo que mi armario entre en una valija de 23 kg, pero si me vendas y pones alguna de mis prendas en mis manos puedo reconocerla sólo por la sensación contra mi piel, y si eso no es un vínculo no sé lo que es.

¡Una prenda cuidada y amada es una prenda que le sonríe a la sostenibilidad!