Entre los múltiples factores que pueden contribuir a una moda responsable y sostenible, se habla siempre acerca de los materiales, los métodos de confección, el aprovechamiento de los recursos y el respeto por el valor del trabajo de todas las partes involucradas. Pero, está claro que nada de esto es suficiente en la vorágine de sobreproducción y consumismo en la que la sociedad se ha visto embebida tras décadas de oleadas de publicidad, temporadas y tendencias que nos convencen de necesitar sin parar.
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Sumado a las mejoras constantes en lo productivo y logístico, las marcas comprometidas con lo sostenible deben amigarse con la necesidad innegable de una comunicación transparente y una conexión genuina con sus consumidores. El precio de la sostenibilidad en los hombros de marcas jóvenes y artesanos resulta muy costoso porque el sistema como existe hoy sólo favorece la gran escala; y aun cuando las nuevas propuestas están cargadas de buenas intenciones, la incursión en prácticas sostenibles parte de factores transversales a la productividad y en consecuencia a «la técnica». La viabilidad de «lo sostenible» se evalúa en principio en términos de tiempos y ahorros, y cuando no hay nada más que una solución práctica carente de un propósito expreso, la misma es percibida como otro instrumento del sistema para prolongar las dinámicas del consumo.
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La pregunta por la técnica, según Heidegger
Cuando hablamos de la técnica nos podemos referir a una compleja serie de engranajes que reduce la naturaleza a un simple fondo permanente de reservas. Ahora, la amenaza no es «la técnica» en sí misma, es que «allí donde domina el engranaje, hay peligro en el sentido supremo»
«Pero donde hay peligro, crece también lo salvador»
1 dice Heidegger citando a Hölderlin, para terminar resignificando que “«Salvar» es: reconducir algo a su esencia”.
El rol del hombre o en este caso de los actores en cualquier ámbito productivo; diseñadores, marcas y artesanos en el contexto de la moda, es custodiar la esencia de dicha técnica, resguardar la dignidad que originó el movimiento primario del engranaje, ser un oyente atento del proceso y no un siervo más del “fondo permanente”.
La esencia de la técnica
En mi interpretación, la esencia de la técnica se traduce a las emociones e intenciones tras el proceso creador; son las aspiraciones y los sueños que le dan forma a un algo cualquiera hasta su materialización. Y entre las diferentes herramientas para conectar con dicha esencia, de las más poderosas es sin duda, la palabra. Así que cito algunas formas de resguardar la dignidad de esa chispa que movió el engranaje por vez primera:
Explorar y exponer el concepto
Toda idea, prenda o producto surge de un proceso creativo del que el autor puede ser consciente o no. Se resuelve un problema, y a la par se materializa un proceso interno en algo tangible con un fin utilitario o al servicio de lo estético y bello, que es igual de relevante. Hasta los más racionales y ejecutivos en su quehacer representan en el proceso una sensación, una época, un sentimiento que los moviliza. Explorar dicho concepto y exponerlo otorga un sentido que conecta a dicho producto con el consumidor más allá de lo visible.
Estampar la esencia
Además de las historias individuales o de los conjuntos que componen colecciones y propuestas enteras, hay valores que cohesionan la identidad de una marca en el tiempo, allí lo inmutable es entonces la esencia. La esencia o los valores de una marca no se dicen, sino que se estampan en cada hebra de la comunicación.
Comunicar la sostenibilidad
La transparencia es de los valores más íntimamente relacionados con la sostenibilidad. Una marca que comunica su voluntad de tomar decisiones cada vez más sostenibles, que plantea los desafíos que le representan dichas decisiones y entiende la sostenibilidad como el camino en constante evolución que es, logra un acercamiento auténtico y humano con un consumidor afín.
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Un recurso inagotable
La sostenibilidad descansa en las relaciones que perduran porque son funcionales y lejos de agotar, aportan valor. Las historias estimulan los sentidos, y conceden una energía que trasciende al producto o la prenda. Promover una industria de la moda en la que se consuma menos tiene todo que ver con que sea una industria que conecte más; y en un mundo colmado de imágenes, la palabra es un recurso inagotable y una aliada potencial para conectar con lo que no se ve y aun
así mueve, de forma silenciosa, a cada consumidor.
Referencias:
1 Heidegger, M (2021) La pregunta por la técnica, p.45. Barcelona: Herder Editorial, S.L.