Escrito por: Noticias de Universo MOLA

Por Aida Raddi, Colaboradora Argentina.

La moda, lejos de ser algo frívolo y superficial es algo que usamos para decirle al mundo como somos, o al menos mostrar una parte de nosotros. También es una cuestión que se impregna de lo que está pasando a nivel social y se modifica de acuerdo al escenario nuevo que se presenta. Un ejemplo muy claro es cómo a raíz de la pandemia y el confinamiento, las tendencias están empezando a imponer modelos cómodos como hoodies, zapatillas, pantalones amplios y colores tierra que nos dan una sensación de conexión con lo natural. Y cómo podemos relacionar la moda con el contexto global o local, también podemos decir que la moda es social y es política. Claro, entendiendo lo político no como el acto de ir a votar, ser diputada o presidenta, sino entendiendo que la política es algo estructural que nos atraviesa como individuos y afecta las decisiones que tomamos en nuestro día a día. Por eso es importante entender la importancia de que las marcas se empiecen a involucrar en problemáticas sociales y que busquen transformarlas. Pero antes de que piensen que eso es muy utópico, les quiero contar de tres marcas que tienen como objetivo mostrar cómo si es posible que la moda se involucre en política. 

En primer lugar quisiera contarles de Manifiesta, una marca colombiana que trabaja con exguerrilleros de las FARC EP que hace poco dejaron las armas. Angela Herrera, una de las creadoras de este proyecto me contó que para ellas como jóvenes que creen en una Colombia nueva, “queríamos tomar acción luego del terrible momento que nos hizo pasar el plebiscito por el acuerdo de paz, querer unir a la política con la moda para demostrarle a Colombia que sí es posible pensarse un país en paz.”  También me dijo que todo es autogestionado, que ella junto con su compañera van a buscar telas a Bogotá, y que la gran mayoría del tiempo consiguen telas que no pasan los exigentes controles de calidad de las grandes industrias, entonces deciden darles una segunda oportunidad. Luego se dirigen a la cooperativa con la que trabajan y comienza el proceso de prueba y error hasta dar con la prenda indicada. Remarco lo de prueba y error porque en realidad Ángela y su compañera vienen de las ciencias políticas, y los miembros de la cooperativa de la guerrilla, entonces no hay conocimiento previo de cómo confeccionar prendas. Pero sin embargo hay muchas ganas de aprender porque entienden que “la ropa que usas es identidad, desde ella transmites mensajes concretos”, como lo define Angela. 

La segunda marca de la que quería hablar  se llama La tienda del putas y también es de Colombia. Esta marca surge porque la organización Putamente poderosas necesitaba sostenibilidad económica, y también sintieron que era necesario llevar la lucha de las trabajadoras sexuales a un contexto al que no se lo había llevado antes. Maria Antonia Vallejos me dijo que cree que haber hecho esta marca es un acto político, porque “el vestuario más allá de adornar el cuerpo y debe llevar mensajes que permitan la ampliación de diferentes luchas”. Esta marca que empezó hace pocos años hace monos, bolsos y remeras que son diseñados por la directora de la marca y de la organización, Melissa Toro. Y la confección de las prendas es hecha por trabajadoras sexuales y mujeres cabeza de familia. También están iniciando un taller de bordado junto a un grupo de mujeres de Medellín para poder capacitar mejor a quienes se encargan de la confección, ya que cada prenda está bordada a mano con frases o imágenes de situaciones que vivieron las trabajadoras sexuales.
La tercera marca es de Perú y surgió cuando Thomas fue a ver una  obra de teatro que hicieron los presos de una cárcel de Lima, y ahí descubrió que había un taller donde tejían, estampaban y cosían pero que no tenían mucho trabajo. Y él, que tenía algo de experiencia en el mundo textil, decidió ayudarlos. Me confiesa que al principio fue duro, pero hoy en día tienen locales en las mejores zonas de Lima. También me dijo que lo que buscan es darle a los internos acceso al trabajo ya que para ellos es muy difícil, entonces no tienen ingresos y el ciclo de pobreza no se corta. Es por eso que hacen talleres y capacitaciones para que los internos puedan tener más acceso al trabajo mientras están encerrados y también cuando salgan. La producción entera de las prendas se hace en las cárceles, desde el patronaje hasta el embolsado de las prendas.