En la región norte de Chile se encuentra el sorprendente y árido Desierto de Atacama que recorre aproximadamente 1000 kilómetros a lo largo de la costa del Pacífico. Si bien se caracteriza por sus cielos nocturnos y extensas dunas, este fascinante lugar oculta una preocupante realidad ambiental.
El año 2022 marcó un hito significativo para este sitio. Una organización sin fines de lucro, comprometida con la concientización sobre los residuos textiles llamada Desierto Vestido, realizó una visita crucial a El Paso de la Mula, una montaña de arena que albergaba el segundo mayor acumulado de indumentaria a nivel mundial. Ángela Astudillo, cofundadora del colectivo, encabezó la expedición acompañada por la profesora de moda Bárbara Pino y tres de sus estudiantes.
En el trayecto hacia la montaña, observaron una columna de humo negro que, al llegar a destino, reveló ser producto de un extenso incendio sobre la ropa. A pesar de que el acceso parecía imposible, optaron por dirigirse a otra área del lugar donde pudieron observar las prendas en llamas y sentir el calor sofocante que dificultaba la respiración.
Una vez controlada la situación, ingresaron al vertedero para recolectar piezas y examinarlas. Entre las piezas halladas se incluían marcas reconocidas como H&M, Forever 21, Adidas, Tommy Hilfiger, Old Navy y Banana Republic; sorprendentemente, algunas aún conservaban sus etiquetas colgando. Además, las prendas variaban desde chaquetas de esquí hasta zapatos de tacón inmaculados.
Desierto Vestido en el vertedero del Desierto de Atacama.
Imagen tomada del Instagram de Desierto Vestido.
Si bien ese basural de ropa hoy ya no existe, la ciudad costera de Iquique, ubicada al oeste del desierto, sigue recibiendo diariamente contenedores que contienen, según estimaciones, alrededor de 60,000 a 44 millones de toneladas de prendas desechadas. Muchos de los ciudadanos que residen en las proximidades de estos vertederos se acercan para examinar el contenido con la intención de vender o conservar los objetos encontrados. Aún hay más de 150 microvertederos y, a raíz de este acontecimiento, se extiende un extenso rastro de cenizas tanto en el desierto como en la atmósfera. Vecinos de la zona aseguran detectar un olor a quemado, mezclado con el aroma del aceite y el plástico provenientes de la ropa incinerada.
Montaña de ropa del Desierto de Atacama.
Imagen tomada del Periodista y Fotógrafo Martin Bernetti.
La industria textil, además de ser una de las menos éticas, fomenta la cultura del consumo excesivo, culminando en situaciones como estas. La producción de ropa contribuye con el 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y aunque estos basurales de prendas se carbonicen o entierren, la contaminación resultante es monstruosa. La degradación ambiental, la pérdida de hábitats y la polución del agua son solo algunas de las consecuencias de estos fenómenos. Está comprobado que la sociedad de consumo considera que la ropa es descartable, evidenciado por la disminución del 36% en el número de veces que una prenda es utilizada antes de ser desechada.
Vertedero en Desierto de Atacama.
Imagen tomada del Periodista y Fotógrafo Martín Bernetti.
La gran interrogante que enfrentamos es: ¿hasta cuándo permitiremos que esto continúe? La Tierra, en constante súplica, demanda una acción inmediata. La urgencia de implementar medidas cruciales como la educación del consumidor, la búsqueda activa de soluciones a los residuos textiles y la rigurosa regulación de la entrada de materiales, entre otras, no puede ser pasada por alto. Solo a través de un compromiso colectivo y acciones concretas podremos contribuir a preservar nuestro entorno y afrontar los desafíos ambientales con responsabilidad y conciencia. El momento de actuar es ahora, el bienestar de nuestro planeta depende de nosotros.
“No desistiremos hasta terminar con esta gran problemática medioambiental que afecta a nuestra región, dónde llegan los desechos textiles de todo el mundo”, declara Angela Astudillo, Cofundadora de Desierto Vestido.