Por Bianca Pasqualini – Colaboradora de Argentina
“Es talle único, pero cede”. “No tenemos nada en ese tamaño”. “Se usa así, ajustado”. “No trabajamos talles especiales”. “Pero mira que es la talla más grande”. “Con el uso se adapta a tu cuerpo”.
Poder comprar ropa de nuestra talla es un derecho y una necesidad. Uno pensaría que a estas alturas ya hubiésemos aprendido que uno no tiene que adaptarse a la ropa, sino todo lo contrario.
Sin embargo, hace poco menos de dos semanas, leíamos los “grandes esfuerzos” que la reconocida celebridad Kim Kardashian tuvo que realizar para entrar en un vestido de Marilyn Monroe, para el icónico evento de la Gala del MET. Más precisamente, decidió someterse a una estricta dieta para bajar más de siete kilos en tres semanas, con el mero objetivo de entrar en un vestido. Bonito ejemplo.
La cuestión es que, aún cuando simultáneamente se está debatiendo o implementando la Ley de Talles, y algunas marcas están adoptando una mayor diversidad para con sus modelos, la industria de la moda no ha cambiado mucho que digamos. Me gusta decir que la moda ha subido muchos escalones, pero todavía no llegó a la cima.
En todos los países del mundo, se presentan porcentajes altísimos de personas que tienen dificultades para encontrar su talla 一y esta cuestión no hace diferencias de género.
Uno creería que con las herramientas técnicas que existen hoy en día, la diversidad de tallas ya sería cosa del pasado. Pero la realidad es que el problema sigue más que presente.
Muchos creen, además, que la inclusión de tallas hace referencia únicamente a la incorporación de los talles hoy referidos como plus-size, pero la cuestión va mucho más allá. El problema que afrontamos actualmente no se soluciona con que las marcas incluyan un/a modelo “curvy” en su pasarelas una vez al año.
Se trata de que la industria de la moda adopte talles reales para personas reales.
Y tampoco debe entenderse esto como una crítica a quienes hoy se encuentran dentro de los parámetros de belleza, porque esos también son talles reales. El problema aparece cuando una cierta talla se convierte en el estereotipo único al que todos debemos adaptarnos. O que, también, nos quieran convencer de que agregar un talle XL a su colección es inclusividad porque no lo es.
La diversidad de cuerpos pasa por una variedad de factores: desde la edad y las formas, hasta los tamaños.
La moda es un lenguaje instantáneo, incluso cuando no somos conscientes de ello: es una forma de comunicación que utilizamos todos los días, a lo largo de toda la vida. Y el restrictivo abanico de tallas y tamaños con el que hoy en día convivimos no es un problema de estética, es un problema de expresión y representación.
Lo que para muchos es un hábito cotidiano e incluso inconsciente, para otros es una pesadilla.
Se necesitan tallas y tamaños reales para todos los cuerpos. Hay que seguir trabajando por una moda inclusiva y democrática, donde haya tallas y tamaños para todos. Porque esto ya no es sólo una necesidad, sino que es una urgencia.