Por Bianca Pasqualini, colaboradora Argentina

Cuando hablamos de sustentabilidad no sólo abordamos los problemas que afectan al medio ambiente, sino también a las personas.

Hoy en día, todos somos víctimas de la parcialidad. En otras palabras, nuestras perspectivas 一aquellas con las que miramos al mundo y a otros一están formadas por nuestra identidad y nuestras experiencias. Y así es como nacen aquellos “prejuicios” o suposiciones de las que todos somos víctimas y victimarios.

Todos somos parciales. Y eso tiene un gran impacto en cómo evaluamos e interactuamos con otros. Y no sólo sucede en la vida cotidiana, sino también en el ambiente laboral. Ahora bien, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de inclusión empresarial?

Hay tres ejes a tener en cuenta: la diversidad, la equidad y la inclusión.

  • La diversidad refiere a las diferencias demográficas o las formas en que las personas difieren unas de otras. Se trata de características de identidad o dimensiones de diversidad.
    Las discusiones sobre diversidad pueden darse en torno a la raza, la etnia, el género, la nacionalidad, las apariencias físicas, la orientación sexual, la educación, la edad, entre muchos otros factores.
  • La equidad, por otro lado, refiere a la justicia basada en las diferentes experiencias de vida de los individuos.
    En muchos casos, se comete el error de entender a la equidad como un trato idéntico, pero la realidad es que se trata de crear un acceso justo, oportunidades y posibilidad de prosperar para todos.
    Esto incluye eliminar las barreras que existen para algunos grupos demográficos, al mismo tiempo que implica reformar políticas y procesos que perpetúan accesos desiguales.
  • La inclusión, en última instancia, refiere a la pertenencia, apoyo y empoderamiento de todas las personas. En este caso, empleados.
    Un ambiente de trabajo inclusivo es aquel en donde todos se sienten bienvenidos, respetados y valorados. Donde las características de identidad de una persona no crean ventajas ni desventajas para sí misma, y no afectan su seguridad de ser quienes son.

Cuando hablamos de diversidad se habla de números, pero cuando hablamos de inclusión nos referimos al clima y la cultura de la empresa.

¿Qué acciones se pueden tomar para fomentar la inclusión empresarial?

El primer paso es ser consciente que estos prejuicios o suposiciones existen, aún cuando son imperceptibles o inconscientes de perpetuarlas.

Existen y todos somos propensos a tenerlas. Cuanto más conscientes somos de que existen, más fácil nos será posible reconocerlas y desafiar nuestras propias creencias/suposiciones.

El segundo paso es abrirse a las diferencias, a múltiples perspectivas y al continuo aprendizaje, ya que ambos ayudan a contrarrestar la exclusión.

Por último, debemos interactuar, apoyar y amplificar las voces de aquellos grupos demográficos que se encuentran excluidos. En otras palabras, de aquellos grupos cuya voz no es escuchada.

Y la gran pregunta, ¿por qué?

La inclusión empresarial no sólo es necesaria porque es lo correcto, sino porque se ha demostrado en diversos estudios que su fomento trae beneficios tangibles para la empresa.

Por ejemplo, la inclusión atrae talento, mejora la creatividad e impulsa la innovación, mejora la toma de decisiones y el rendimiento financiero.