Por Paz Coliguante
En un país donde ser mujer sigue siendo un desafío diario, iniciativas como Fashion Expressions: The Stories She Wears nacen de una necesidad urgente: crear espacios seguros, creativos y significativos para que las mujeres descubran su voz, su valor y su poder.
Más allá de los hilos y las telas, esta iniciativa impulsada por el Grupo Prada y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), aterrizó en México en 2023, específicamente en el estado de Querétaro, luego de haber sido implementada en Ghana y Kenia. La iniciativa apuesta por algo esencial: el reconocimiento y fortalecimiento de las mujeres como agentes de cambio dentro de sus comunidades. A través del arte textil —una práctica ancestral transmitida de generación en generación— las 46 participantes no solo aprenden una técnica, sino que recuperan un legado y lo transforman en una herramienta para construir su futuro.
Lo valioso de este tipo de encuentros no está solo en lo que se enseña, sino en lo que se despierta. Cada puntada se convierte en un acto de memoria, de resiliencia y de resistencia. Cada conversación entre mujeres artesanas —algunas jóvenes, otras con años de experiencia— crea una red de apoyo donde florecen la autoestima, la sororidad y la dignidad.
Este año, el programa incorpora una dimensión aún más enriquecedora: 26 artesanas que participaron en la primera edición regresan, no solo para continuar su formación en sesiones más avanzadas, sino también como mentoras de nuevas integrantes. De esta manera, comparten no solo técnicas, sino historias de vida que reflejan luchas, aprendizajes y esperanza.
En un entorno donde muchas mujeres han enfrentado violencia, pobreza o falta de oportunidades, tener un espacio para aprender sobre sus derechos, sobre igualdad de género, salud sexual y reproductiva, educación financiera y liderazgo es revolucionario. Estos talleres integran también módulos de desarrollo empresarial, fortaleciendo la autonomía económica de las participantes y brindándoles herramientas concretas para iniciar sus propios negocios. Estos encuentros son mucho más que talleres: son semillas de transformación personal y colectiva.
El programa, además, se enriquece con la participación de trabajadores del Grupo Prada en México, quienes contribuyen con nuevas ideas y técnicas, propiciando un intercambio cultural que potencia tanto el diseño como la autoexpresión.
En cada historia, en cada diseño, en cada pieza, hay una mujer que se está reconstruyendo. Como Maribel Prisciliano Julián, quien encontró en esta iniciativa una forma de sanar después de vivir violencia doméstica: “Más que nada, quiero que mi historia sirva de ejemplo”, dice. Su testimonio, como el de tantas otras, nos recuerda que lo que está en juego no es solo una prenda, sino un destino.
Y eso, más que moda, es esperanza hecha a mano.