Por: Ileana Gonzalez

Hace un tiempo venía pensando en todas las alternativas que existen para reciclar una prenda, donde continuamente, la indumentaria muere y revive de otras maneras. Pero me preguntaba, ¿Hasta cuándo es posible revivir una prenda? ¿Qué pasa cuando el material se desgasta tanto que no es posible darle una nueva vida? ¿Acaso llegará un momento en que ya no sea posible que siga circulando? ¿Qué hacemos con esas prendas?

Pensar en el ciclo de vida de un producto, es decir, la cadena de procesos que intervienen en la vida de un producto, desde la extracción de la materia prima con la que se fabricará el producto hasta la eliminación de sus residuos, no es ninguna novedad dentro del diseño. 

En un principio, el esquema nos mostraba un ciclo lineal en el que la muerte de la prenda generalmente concluía en la basura. Ya en 1967, Michelangelo Pistoletto, con su obra de arte «Venus de los Trapos», ya nos advertía este futuro, a través de mostrarnos una Venus pálida observando una montaña de telas y trapos fabricados en el Tercer Mundo para ser consumidos durante un par de días. Esa montaña de ropa y trapos multicolor, viva, que crece con el tiempo, se hizo visible. Por lo tanto, se tuvo que repensar este ciclo, reemplazando la línea por un círculo que representa la perpetuidad y el reciclaje de los materiales.

«Venus de los Trapos», 1967. Obra de Michelangelo Pistoletto.Fuente: HA!

Así, este círculo busca recircular las prendas, sea a través de locales de segunda mano, tomando partes de ellas para reconstruir una nueva, desarmándola y reutilizando sus materiales, entre otras. 

Sin embargo, con la cantidad de ropa que existe en el planeta, que supera por lejos la cantidad que realmente usamos por persona, ha llevado a que incluso en los locales de segunda mano no puedan circular toda la ropa que constantemente ingresa. Los lugares de depósito para prendas están abarrotados en todos los locales, y finalmente, la vida de las prendas termina, la mayoría de las veces, en basureros o son quemadas.

Entonces, ¿qué pueden hacer los diseñadores al respecto?  

Pensar en el final del ciclo es pensar en la gestión de residuos

A la hora de diseñar, no sólo se debe pensar en crear una prenda que sea estética y “vendible”, sino que es importante pensar en el futuro que tendrá esa ropa, es decir, pensar en la gestión de los residuos. 

Una de las soluciones que propone Elena Salcedo en su libro “La moda ética para un mundo sostenible” es pensar en el desmontaje de la prenda, en donde se diseñe para reciclar. Como bien expresa, “la gran cantidad de materiales que encontramos en una sola prenda, incluidos los accesorios y adornos, y el uso de mezclas de fibras se han convertido en importantes cuellos de botella para el reciclaje una vez agotado el consumo”. Por lo tanto, a la hora de diseñar es importante evitar utilizar textiles de composiciones mixtas, ya que resulta difícil poder separar las fibras al momento de reciclarlas. Por eso es preferible utilizar textiles compuestos, por ejemplo de 100 % lana, 100 % algodón, entre otros. También va a ser importante que se piense en los avíos y adornos que lleve la prenda. Por un lado, utilizando la menor cantidad de avíos y adornos posibles y por el otro, eligiendo aquellos que sean fáciles de sacar de la prenda.

Otra de las soluciones que propone la autora son los productos biodegradables. Se trata de aquellos que se deshacen en pedazos bajo determinadas condiciones de luz, calor y humedad. Desaparecen totalmente sin dejar partículas tóxicas en el medio ambiente, integrándose totalmente en la biosfera sin dañar el ecosistema. 

Remera compostable de la marca Vollebak. Fuente: Cultura Inquieta

Por ejemplo, la marca británica Vollebak, especializada en indumentaria deportiva y al aire libre, diseñó hace unos años una remera hecha de celulosa y tinta de algas completamente compostable. Esta remera se degrada en función de las condiciones ambientales, lo que la convierte en una opción sostenible. El color, debido a que se basa en un tinte natural, cambia con el tiempo, lo que añade la ventaja de que cada remera es única. Esto significa que, una vez que la remera llega al final de su vida útil, puede ser colocada en un contenedor de compost o enterrada en el suelo. 

Remera de algas compostable de la marca Vollebak. Fuente: Cultura Inquieta

Si algo nos enseña la obra de Michelangelo Pistoletto es que no debemos darle la espalda a estos problemas y seguir viendo cómo cada día crece la montaña de trapos sin tomar medidas. Como diseñadores, es fundamental asumir la responsabilidad de pensar en los posibles caminos que puede transitar una prenda. Aunque estas son algunas soluciones y probablemente existan más, es importante utilizar el diseño como una herramienta para innovar y ser sostenibles.

 

Referencias