Por Aida Raddi Cobari.

Rebeldía y regeneración, enfoques que toman relevancia en la moda actual.

La moda es una forma de expresión, porque individualmente la usamos para contar quiénes y cómo somos. Pero si ampliamos un poco más la imagen, podemos ver que también refleja el contexto social y político.

Desde hace algunos años podemos ver una vuelta de la moda de los años 80, que si la tendríamos que definir en pocas palabras sería: colorida, con hombreras y mucho fijador de pelo. Pero, si contextualizamos la década, nos encontramos con que: estaba creciendo la tensión entre Estados Unidos y Rusia en la guerra fría y cae el muro de Berlín generando la apertura de Alemania Oriental al Capitalismo, entre algunas cosas que pasaron. Pero llevaron a que haya una tendencia al consumo ostentoso. También que la mujer, finalmente luego de varias décadas de lucha, empezara a mostrarse igual al hombre con el uso de hombreras, el color negro, pantalones y trajes sastre, incluso en contextos informales o de esparcimiento.

Otra cosa que caracterizó a la década del 80 fueron sus peinados con mucho volumen, por un lado, el famoso pelo largo con rulos bien marcados. Y por otro lado se usaba el cabello corto por delante y largo por detrás. Este último lo utilizaban los Punk de la época que, a pesar de haber surgido en los años 70, tuvo su comeback en los 80. Contrastando con todos los colores, los oversize y los batidos abultados, la estética punk empieza a tomar notoriedad con sus pantalones ajustados, camperas de cuero, borcegos, parches, piercings y peinados extravagantes que desafiaban la gravedad, como: los mohawks y los liberty spikes.

La estética punk era rechazar lo estéticamente agradable y se tomaban prendas comunes para usarlas de maneras chocantes. La ropa era elegida y manipulada para enviar diferentes mensajes. Y para esto a las prendas se le agregan parches de tela, o directamente se escribía encima del cuero o del jean, dos de los materiales más utilizados en ese tipo de estética.

Pero lo punk no estaba caracterizado sólo por lo estético, sino que era una forma de expresar el descontento por lo establecido, de ser contestatario y antisistema. Esta rebeldía llegó para instalarse, porque un par de años más tarde llegaría a las principales pasarelas con Viviane Westwood. ¿Esto hizo que perdiera el carácter contra hegemónico para pasar a ser un producto comercial más? Puede ser, pero eso es tema para otro artículo.

Lo que sí podemos asegurar es que el punk posteriormente influyó en el grunge y el movimiento emo. Y que al convertirse en música del mainstream, dio pie a que se pudieran crear fusiones con otros géneros como el happy punk y el pop punk.

Y en esta última me quisiera detener, porque está haciendo un comeback. Porque este género apareció entre finales de los 90 y principios de los 2000, que es una época muy trendy últimamente. A pesar de que quienes la vivimos estemos sufriendo con la vuelta del tiro bajo y los pantalones cargo.

Pero la tendencia pop punk de los 2000, se identifica con el uso del tartán, las cadenas, las remeras con roturas o estampas y botas. También tiene un dejo de un sentimiento anti moda, que fue una idea que empezó a aparecer en la pandemia. Quizás porque surgió la necesidad de tener ropa más cómoda y funcional que llamativa y estéticamente linda.

Esta comodidad y funcionalidad es, necesariamente colores planos, fácilmente combinables, prendas atemporales y que sean duraderas. Esto, podría ser considerado medio anti. Porque nos lleva a consumir menos y a tener un guardarropas más acotado. Que en estos tiempos de fast fashion y contenido en redes del tipo “compre estos objetos para que vos no tengas que hacerlo” o “haul de shein”, es una actitud medio anti hegemonía, es decir, medio punk.