Anancy es inteligencia, flexibilidad y apertura creativa que viaja en el tiempo (el biográfico, el familiar, el colectivo…), desde la simplicidad aparente de un accesorio de moda. Hay una historia, claro, un por qué. ¿Quieres conocerlo?

Por María Carla Figdomech

El intercambio fluyó sin esfuerzo, ventaja de quien lleva el alma ordenada, desnuda, como Gabriela Ramos Ruiz. La rosa no requiere esencia de pomo –dijera la poetisa-, así que esta conversación la narro en la voz de su protagonista. Directamente, sin mediaciones. Antes, dos curiosidades: la descubrí sin saberlo en una de las colaboraciones con la Embajada del Tercer Paraíso Cuba que tanto enseñan y la reencontré en diciembre último, durante una actividad colateral del I Encuentro de Cosmética Natural y Artesanal. ¿Destino? En lo adelante, habría sido un despropósito perderla de vista, por eso fue grata su asistencia a la primera edición de La Percha, Evento Experimental sobre Moda Sostenible. ¡Anancy existe, para fortuna de muchxs!

¿Por qué Anancy?

«Anancy surgió casi por casualidad, con otro nombre, haciendo atrapasueños en crochet sobre alambres recuperados forrados con trapillo y materiales decorativos de donación. El primero fue un encargo de una tía, un atrapasueños de 70cm de diámetro. Asibikaashi fue la oportunidad de mantenerme ocupada durante la pandemia, liberar tensiones del encierro e ingresar alternativamente a mi trabajo en Casa de las Américas.

«A los 4 años tejía con dos agujas; a los 8, a crochet. También aprendí abordar, pero fue hace 1 año, por el cumpleaños de una amiga, que regalé unos aretes bordados a mano, enmarcados en crochet. Eso me impulsó a emprender recuperando técnicas manuales con textiles, fundamentalmente crochet y bordados. Es de las cosas que llegan a la vida y uno agradece porque hacen bien, complementan mi formación como Historiadora del Arte; un rayo de luz en la intersección entre artes visuales y manualidades, una oportunidad de profesar mi amor y respeto por la artesanía.

«El crochet en piezas de gran formato se me hizo monótono y repetitivo, mientras que el bordado en pequeño formato me permite ser muy creativa, versátil. Pensé en un cambio de nombre; Asibikaashi recuerda la leyenda de los atrapasueños, en cambio Anancy forma parte del acervo de leyendas africanas que llegaron al Caribe anglófono con la trata esclava. Anancy cierra este ciclo: una araña astuta, resiliente, que se las ingenia para sortear obstáculos. Me pareció coherente con mis procesos, lo que significó emprender en el arte textil y permitió conjugar la doble pasión por los estudios del Caribe y las manualidades.»

Cuéntanos del ADN de la marca. ¿Cómo la recibe el público?

«Anancy tiene como valores fundamentales: el reconocimiento del trabajo manual, la singularidad porque así repitamos diseños a petición de clientes, nunca un par de aretes queda igual a otro y el trabajo personalizado ha ampliado el catálogo, convirtiéndose algunos en grandes favoritos.

«También la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente. Quisiéramos que la totalidad de materiales y la manera en que los adquirimos fueran respetuosas con el medio ambiente. Lamentablemente no es así, pero damos valor y potenciamos la recuperación de materiales en nuestros productos. De tal suerte, todos los textiles de base para bordar han sido prendas personales reutilizadas, donadas por amigos o fruto de alianzas con emprendimientos de moda que nos permiten procesar lo que para ellos es desecho. Eso ayuda a reducir el desperdicio en la industria textil.

«Estos elementos nos distinguen, nos han hecho tener una relación diáfana con el público, aceptación y alegría entre los que consumen nuestros productos; por el trato diferenciado, el cuidado puesto en el diseño, la comunicación que mantenemos y por estos otros valores que reconocen en un par de aretes el trabajo manual, la singularidad de portar un accesorio de esta naturaleza.»

¿Cómo ves Anancy en cinco años? ¿Hasta dónde te atreves a soñar?

«¡Soy una gran soñadora! Sueño con abrir una escuela-taller de artes manuales donde enseñar lo que sabemos, ya para que lo hagan en casa o se labren un camino de emprendimiento, no sin obstáculos, pero de realización y felicidad, y que otros formen parte de Anancy, que ayude a recuperar el arte textil en Cuba.

«En el orden más terrenal, aspiro a llegar a más espacios, crecer enseñando esto que conozco. Creo en la fidelización de públicos y creación de comunidad, hacerlos sentir a gusto no solo al momento de recibir el producto, sino en todo el proceso,  dejarles saber cómo va el trabajo, los tiempos… Las relaciones personales han sido esenciales para afianzar la marca, su desarrollo y el camino a futuro. Surgimos de un conocimiento de familia con mi abuela y tías, inicié por una petición personal y he contado con muchas personas en instituciones que alientan, sostienen, cobijan. Y los clientes, que constantemente nos retroalimentan en positivo sobre sus accesorios Anancy.»